Con estas palabras agradecía Rafael Espejo haber sido elegido como ganador de la tercera edición de los Premios Internacionales de poesía Francisco Brines en castellano. Y continuaba en diciendo:
“Cuando yo empecé a leer poesía, allá por los diecisiete, me maravillaba con facilidad. Lo he comprobado estos días releyendo, con motivo de este acto, varios libros de Brines. He constatado que me volvió loco, a juzgar por los subrayados y marcas en prácticamente cada poema suyo, no dejé página limpia. Y de entre todos esos subrayados, un verso que no tenía localizado, aunque sabía que era suyo. La música y la melancolía reunidos en lo que para mí ha sido, es y será un mantra vital: “La blanca luz de la maldita luna”. Qué hermoso suena y qué misterioso dice. Juraría que todos mis versos, cuando les doy forma, aspiran a ese verso. Nunca podré agradecérselo lo suficiente.
En general, he asimilado su poesía de tal manera que no es ya que su magisterio asome en lo que escribo yo, sino que preside todo lo que pienso. Coincido con él en cada idea sobre el hecho de estar en el mundo, que es su tema favorito, quizá el único…. Visto así, Brines me hizo poeta, pero más aún: me hizo persona.”
Estas palabras fueron leídas por el conductor del acto Antonio Lucas, al que agradecemos su vivacidad y su destreza para contagiarnos la emoción de la poesía que se vivió la gala. Por desgracia Rafael Espejo tuvo un contratiempo de salud del que esperamos que se recupere pronto.
Yolanda Esteve, ganadora en la modalidad de valenciano, sí que nos acompañó y agradeció personalmente la recepción del galardón y la emoción que había sentido al visitar Elca, la casa y refugio poético de Brines. En su obra “Els ostages” nos habla de viajes y retornos como en este “À bout de suffle”
No cal arribar
convençut a la paraula.
No cal negar al viatger
el plaer de perdre’s.
No cal el futur educat
ni l’estratègia immune.
De vegades fas un salt
i deixes tots els teus mots enrere.
Antonio Lucas, alabó el acierto de Brines al convocar el premio en las dos lenguas: “ser bilingüe es una riqueza que envidiamos los que nacimos con una sola lengua.”
La alcaldesa y vice-presidenta de la Fundación, Yolanda Pastor, pronunció unas palabras de elogio a la labor de la Fundación y prometió todo su apoyo. Mariona Brines, presidenta de la Fundación, nos contó una anécdota de su tío que vale la pena reproducir en toda su extensión y agradecerle el recuerdo:
“Les voy a contar una historia, que la crean o no, es verídica. Cuenta la familia que Paco empezó a leer a los tres años. Algo que sorprendió a todo el mundo. Tal vez escuchara a alguien que leía en voz alta, tal vez se fijara en esos dibujos, en su fonética y en lo que querían decir esos raros signos, que son las letras. Al final su comprensión del texto llegó a tal extremo que un buen día empezó a leer el periódico. Así sin más.
Fue un niño precoz. Aquel inicio con las letras, ese descubrimiento de su sentido,de la sintaxis, de las frases, luego del juego de palabras y de su musicalidad debieron de parecerle algo fascinante. ¡Qué mundo más misterioso e increíble al mismo tiempo! A mí me parece que así debió pensar el niño Francisco. Mi tío siempre comentó que los niños descubren el mundo con esa mirada de la “primera vez”, hacen ese viaje de descubrimiento con todo lo que observan a su alrededor, y él lo hizo especialmente con el lenguaje. Creo que su mascota para dormir hubiese sido en vez de un peluche, un libro. Si no fue así en aquellos años, sí que fue así (en cierto modo) en su última etapa de vida; pues la mitad de su cama la conformaban montones de libros. Libros a mitad leer, leídos o por leer. No se podía desprender de ellos. Ahí estaban, acompañándole siempre.
La fascinación por la palabra, le llevó a dominarla, a comunicarla y a embellecerla. Le encantaba conversar hasta el punto de tener fervientes seguidores y siempre era un placer oírle hablar y contar historias. Me acuerdo de una vez, hablando sobre que consejo daría a alguien que quiere ser escritor, habiendo ahora tantas posibilidades con talleres por doquier de escritura creativa, dijo: “en mis tiempos eso no existía para nada y siempre han habido escritores buenísimos en todas las épocas, que aprendieron leyendo y leyendo, así que hay que leer mucho para ello, descubrir, comparar, pensar”.
Una de las cosas que me chocaron de él, fue a la vuelta de un viaje que hizo a
Siria, la cuna de nuestra cultura. El caso es que se me ocurrió preguntarle si había hecho fotografías de allí para recordar. Pues… me miró como si hubiese hecho una pregunta estrambótica, que preguntaba algo extrañísimo y que no tenía ni pies ni cabeza. Y me contestó:¿Fotografías, para qué? Así zanjó esa extraña pregunta por mi parte. Hoy pienso que mi tío no necesitaba fotos de nada. Lo había visto y lo recordaría a través de sus poemas. Poemas como “Huerto en Marrakech”, “Magreb” o incluso la cercana “Elca”, poemas todos como si de fotografía personal e interior se tratase; así recordaría los lugares: a través de la palabra. Su vida la dedicó a ella y con mucho éxito como todos sabemos. Fue la poesía la que le alivió en la muerte de su madre, tal vez también de los amigos que se fueron antes que él, la que estaría a su lado en los momentos tristes, después de un desamor, le acompañaría en la soledad, y en la melancolía y en ese “dolor del mundo” que a veces le sobrevenía; pero también estaría ahí en los momentos de jolgorio, de alegría, en las reuniones de amigos queridos; en fin, en los momentos bellos de la vida. Y su vida fue larga.
Hace mucho tiempo que mi tío tenía el sueño de crear una Fundación, supongo que sería durante el tiempo que empezó a tener mas éxito, cuando empezó a cosechar Premios literarios. Pero era un sueño que iba y venía. No fue hasta el final de su vida, cuando aquel sueño se hizo realidad, aunque lamentablemente no pudo disfrutarlo durante mucho tiempo. Pero más que formar una Fundación, lo que más le hacía feliz era crear unos Premios de Poesía que llevaran su nombre. Eso era una gran historia por la que terminar la vida de buena manera. Y así fue. Y así continuaremos los que aún estamos aquí en la Fundación.
Hoy sería un gran día para Francisco Brines, le hubiese encantado conocer a los premiados de esta tercera convocatoria de los Premios, saludarles y charlar con ellos, pero en su nombre está la Fundación que preservará ese espíritu literario con estas ediciones en la medida en que podamos, a parte de los patronos institucionales que nos apoyan para que ese sueño de mi tío siga siendo una realidad hoy y en el futuro.”
Que así sea.